Actuación: LUCIA LACARRA Y MATTHEW GOLDING
Título: “FORDLANDIA”
Coreógrafos: Anna Hop, Yuri Posskhov, Juanjo Arques y Christopher Wheeldon
Crítica: La UIMP y el Teatro Casyc, nos han hecho el regalo de poder admirar el trabajo de dos grandes artistas, nuestra Lucia Lacarra, premio Nacional de Danza y considerada como Bailarina Mundial de la Década en 2011, entre otro premios internacionales, acompañada del bailarín y coreógrafo canadiense, Matthew Golding. Ha salido de las mejores compañías como la de Ámsterdam, de la que sigue siendo estrella invitada.
Un gran encuentro de danza, en el que la pareja protagoniza la historia, como representación de la humanidad en un ejercicio de búsqueda de la esperanza. Construyendo un muro contra la negatividad. Espectáculo de danza nacido tras el confinamiento. Por cierto que su estreno en Madrid, tuvo que suspenderse por la galerna “Filomena”, representándose tiempo después.
Una esperanza expresada a través de una visión catártica de la naturaleza, principalmente el mar y sus escarpadas costas; y el bosque.
Para ello, la grácil figura de Lacarra, llena de expresividad, con el mejor dominio corporal que recordamos en su movimiento personalísimo, que la hacen inigualable. Se complementa con la fuerza y seguridad en escena de Golding. Creando un dúo, perfectamente compenetrado, que a través de los diferentes cuadros o motivos de “Fordlandia” se van determinando.
Un ballet de fusión. A la danza, se une el cine, escenografía, luz y música. Todo perfectamente definido como una continuidad de la imagen (Cine) con la expresión sucesiva en el escenario. Lo que supone un reto insuperable. Una música donde adquiere relevancia en cada uno de los números, o argumentos, Chopin y J. Johannsson. Todo en pos de un encuentro con la vida, expresado por estos dos grandes artistas de la danza escénica.
Poder transmitir lo que ellos desarrollan es difícil de explicar con palabras. Ya que juntos, con un mayor protagonismo acentuando cada momento por parte, sobre todo, de Luicía Lacarra. Van creando literatura en cada movimiento, por medio de una sincronización, que no solo aparece por el ensayo, osea una profunda técnica depurada; sino por la comprensión artística entre ambos.
Una velada de danza inolvidable, que deja un gran regusto para mucho tiempo.